La celebración de Independencia en San Luis Potosí. 

El presupuesto de la fiesta de 1829 


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El éxito de una fiesta requiere de una previa organización. Para que las celebraciones septembrinas que se llevaron a cabo a lo largo del siglo XIX en San Luis Potosí fueran exitosas, éstas estuvieron proyectadas por los miembros de las juntas patrióticas desde mediados o finales del mes de julio de cada año.  Poco después de constituirse como el grupo que se encargaría ese año de la fiesta de independencia, se conformaría una comisión especial “la del dinero”, por dos o tres de los miembros recién elegidos. Ellos ideaban por lo menos tres tareas básicas: la primera, la elaboración del presupuesto que sería erogado durante la celebración; la segunda tarea, giraba alrededor de la preparación de la visita que harían a las autoridades gubernamentales—básicamente gobierno del estado y ayuntamiento—para solicitar la contribución oficial; y tercera, ideaban a qué personas visitarían para solicitar los donativos correspondientes de la celebración cívica. En esta ocasión, únicamente analizo la tarea que realizaron los integrantes de la comisión especial del dinero en 1829. 

Presento como muestra, el presupuesto que elaboraron los miembros de la junta patriótica, con el propósito de conocer cuáles fueron las necesidades que exigía una celebración como la de septiembre para que luciera el evento con el mayor esplendor posible




Los conceptos 


Tras quedar integrada la junta patriótica que funcionaría para el año económico siguiente, en la sesión que tuvo lugar en de julio los nuevos integrantes designaban entre ellos, a aquellos que formarían la “comisión de dinero” cuyas tareas estarían enfocadas a la elaboración de un presupuesto, así como a solicitar las contribuciones oficiales a instituciones políticas y administrativas como gobierno del estado y ayuntamiento principalmente, así como también, donativos voluntarios a los habitantes de las ciudades, entre ellos: empleados de gobierno, integrantes de la milicia, comerciantes y artesanos y eclesiásticos principalmente. 


La primera tarea que debían realizar los dos o tres integrantes de la “comisión del dinero”, era la de proponer un presupuesto para la fiesta, es decir, numéricamente, deberían de representar los costos de los gastos que serían hechos—o por lo menos, las cifras más cercanas—en los días previamente elegidos para festejar. El presupuesto de cada año estuvo basado principalmente en los costos de: 


  1. Cohetes 

  2. Composturas y adornos  

  3. Fuegos artificiales 

  4. Función solemne de la iglesia 

  5. Iluminación 

  6. Impresión de bandos, cuentas, invitaciones, programas y discursos 

  7. Música 

  8. Repartición de cartas e invitaciones 

 

 

La intención de los organizadores, fue que la fiesta estuviera llena de luz, de alegría, de música y a la vez de orden y solemnidad. 

La quema de cohetes fue permitida por las autoridades para todos aquellos quienes quisieran quemarlos, con ciertas restricciones, especialmente para nadie saliera lastimado o bien para que ningún inmueble fuera dañado.  

En lo que respecta al presupuesto sobre composturas y adornos, año con año se montaba una escenografía ad hoc para las celebraciones entorno a la independencia con elementos festivos considerados como ornamentos tales como flores, retratos de algunos de héroes—especialmente de aquellos que les interesaba resaltar al grupo político que ocupaba en esos años las membresías en la junta patriótica—así como la construcción temporal de una tribuna en la cual sería pronunciado el discurso cívico del o los oradores previamente designados. 

La impresión de los discursos que se pronunciaron durante las ceremonias cívicas del 15, 16 o 27 de septiembre—cuando éste último día se celebró—estuvieron previamente presupuestados por la comisión del dinero. Gracias a la intención de los miembros de las juntas de dejar impresa una memoria de las ideas políticas que imperaron en esos años, en la actualidad se cuenta con una gran colección de discursos decimonónicos alrededor del festejo septembrino.  

Durante años, la iluminación del Palacio Municipal corrió a cargo del presupuesto del ayuntamiento el cual se encargó exclusivamente de iluminar su sede. Año con año, el ayuntamiento animó a los habitantes de la ciudad para que iluminaran el frente de sus casas para dar un mayor realce los días del evento. Por otro lado, el gasto de la música representó una preocupación para los organizadores de las fiestas de independencia; a su juicio, al menos una orquesta, así como una banda cívica y otra militar, deberían participar con su música y composiciones en los festejos. 


Los costos de las fiestas de Independencia 



Para darnos una idea de lo que los miembros de la comisión del dinero calcularon que se iba a gastar en las celebraciones, presento el presupuesto de 1829. En ese año los cinco miembros que componían la junta patriótica, trabajaron y acordaron que se hiciera el presupuesto de los gastos—con arreglo a los un mil quinientos pesos que el estado otorgaba para dichas funciones—y se abriese además, una suscripción para donativos. De acuerdo con el presupuesto proyectado, se gastarían $2 453 distribuidos como sigue: 




Cuadro No. 1 Presupuesto para las fiestas de los días 15, 16 y 17 de septiembre San Luis Potosí, 1829


[Concepto]

[Costo calculado de erogación en pesos]

Función de iglesia

245 

Alumbrado de parroquia

60 

La comisión de carro y paseo

160 

Comisión de iluminación

192 

Comisión de fuegos artificiales 

550 

Templete

426 

Convites

20

Baile

800 

[Total] 

2 453





De los gastos presupuestados, resalta el que se haría en el baile, el cual representa la cantidad más alta del presupuesto. Según el artículo 7° contenido en el proyecto del programa, que pusieron a discusión entre ellos, el baile comenzaría a las nueve y “se dará en una de las salas de palacio, y en el que [además] se servirá un moderado ambigú.” 

Finalmente, el baile no se llevó a cabo, tras serios debates, entre algunos de los miembros hubo oposición “La mayoría de la Comisión [...] pulsando los inconvenientes que para su ejecución se presentan [...] y advirtiendo que este acto de regocijo puede substituirse con otro más vil y benéfico a la población,” propusieron apoyar la idea de distribuir la cantidad de ochocientos pesos  entre las esposas e hijos de los “militares cívicos que han marchado a esta Capital sobre los españoles.” 

En ese convulso año de 1829, además de la publicación de la inflexible ley de expulsión de españoles, comenzaron a circular rumores alrededor de una invasión española con fines de reconquista. Según informes de un agente secreto del gobierno “En marzo o abril [...] iban a salir de Cuba dos expediciones; la primera formada por 20 000 hombres al mando del general Morales, y la segunda, de 3 000 o 4 000 hombres dirigida por el general Barradas.” Finalmente, los rumores fueron realidad, los españoles desembarcaron a mediados de año en Cabo Rojo muy cerca del puerto de Tampico, y como se especuló, el número de hombres fue de aproximadamente 3 500 al mando del brigadier Isidro Barradas. Ya en Tampico, Barradas lanzó una proclama en la que anunciaba—a nombre del rey de España—que había recobrado parte de lo que había sido colonia española. 

Apenas comenzado agosto, estados como Nuevo León, San Luis Potosí, Tamaulipas, Veracruz y Zacatecas, ofrecieron voluntarios que lucharían en contra del enemigo peninsular que había llegado a invadir tierras mexicanas.  El intento de reconquista como dice Costeloe “estaba destinado al fracaso desde el principio” enfermedades, así como la dificultad para obtener alimentos, condenó a los españoles a perder la batalla que habían iniciado. Así, para el 10 de septiembre, Barradas y sus hombres se habían rendido ante las fuerzas del general Antonio de Santa Anna. 

El fantasma de la reconquista, quizás fue lo que frenó los deseos de los potosinos de bailar o ¿acaso sintieron remordimiento por aquellos que habían marchado desde el mes de agosto a combatir contra Isidro Barradas y sus tropas? El dinero que originalmente estaba destinado para el baile, sería utilizado en una rifa o lotería que a su vez sería distribuido entre las madres, mujeres e hijos de los militares que hubiesen ido a la guerra, premios de 20 pesos. Para Cañedo Gamboa, el procedimiento sobre el asunto de la rifa—al igual que el baile—fue impopular ya que se realizó a puerta cerrada en uno de los salones del ayuntamiento en presencia del prefecto siendo los números premiados publicados más tarde en los lugares acostumbrados. Desde su perspectiva, éste debió haber sido “un acto público, el pueblo hubiese participado como un actor más de la fiesta.” Con lo que no contaban los miembros de la junta de 1829 es que el dinero destinado a las fiestas, fue canalizado para apoyar a la guerra contra la reconquista española, no obstante, el gobierno se comprometió a facilitar los recursos que hicieran falta para cumplir con los presupuestos previamente aprobados.  

    Es muy probable, que al momento de plantear el presupuesto que sería erogado año con año, debates de este tipo se generaron al interior de la junta. La heterogeneidad de sus miembros provocó que no siempre estuvieran de acuerdo en qué debía gastarse el dinero; no obstante, los gastos que no podían faltar eran los relacionados con la iluminación, los fuegos artificiales, los arreglos y composturas, la música y la impresión de invitaciones y discursos. 

En suma, los gastos de las celebraciones de independencia fueron diversos y costosos, especialmente los fuegos artificiales, el templete y el baile. Sin embargo, el objetivo de conjugarlos fue con la intención de crear un impacto en los sentidos especialmente en lo visible y lo sonoro, elementos que toda fiesta debería tener. 





Flor de María Salazar Mendoza 

Directora del Archivo Histórico del Estado “Lic. Antonio Rocha”



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