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DE SUMA IMPORTANCIA ATENDER PADECIMIENTOS MENTALES COMO LA DEMENCIA SENIL

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· Los síntomas iniciales de la demencia son: olvidos, actuar de manera confundida o desorientada, problemas para hablar y escribir, dificultades para concentrarse y perderse en lugares familiares.

· Dentro de los tipos de demencia más comunes se encuentran: el Alzheimer, la demencia vascular, Parkinson y la demencia fronto-temporal.

· Es indispensable acudir a una valoración médica y tratar los síntomas de: agresión, agitación, depresión, ansiedad, alteraciones en el sueño, alucinaciones y delirios, de manera oportuna.

 

La demencia es un trastorno que se caracteriza por presentar problemas en la memoria, dificultades en el aprendizaje, el lenguaje, la atención, la orientación, el juicio y el razonamiento, que generan alteraciones graves en la independencia y en las actividades diarias de una persona.

 

Aunque con la edad se incrementa el riesgo de sufrir alguna clase de demencia, no todas las demencias ocurren en personas mayores de 60 años y tampoco todas las personas adultas mayores desarrollan la enfermedad. Por lo tanto, utilizar el término de “demencia senil” para referirse al conjunto de síntomas de la demencia que aparecen de manera esperable o característica de la vejez no es adecuado y ocasiona una menor posibilidad de recibir un diagnóstico específico y un tratamiento que mejore la calidad de vida de las personas.

 

Los Servicios de Salud en el Estado a través de programa de Salud Mental enlistan algunos factores de riesgo para desarrollar algún tipo de demencia además de la edad, predisposición genética, factores de riesgo vascular, como son: la diabetes, hipertensión arterial, colesterol elevado, obesidad y tabaco, un bajo nivel educativo, inactividad física, aislamiento social, uso de alcohol en exceso y traumatismos craneoencefálicos, entre otros.

 

Los síntomas iniciales de la demencia son: olvidos, actuar de manera confundida o desorientada, tener problemas para hablar y escribir (por ejemplo, no poder encontrar las palabras adecuadas para las cosas), dificultades para concentrarse y perderse en lugares familiares. A medida que pasa el tiempo, los síntomas empeoran y las personas pueden tener episodios de ira o agresión, ver cosas que no existen o creer en cosas que no son ciertas, no poder comer, bañarse, vestirse o realizar otras tareas cotidianas y presentar incontinencia urinaria y fecal.

 

La forma más común de demencia es la enfermedad de Alzheimer que representa del 60 al 80 % de los casos. Otros tipos frecuentes de demencia son: la demencia vascular que ocurre cuando partes del cerebro no reciben suficiente sangre, por ejemplo en un accidente cerebrovascular, la demencia por enfermedad de Parkinson que se presenta con temblores, rigidez y lentitud al movilizarse y la demencia fronto-temporal que afecta principalmente el lenguaje y que surge a edades más tempranas,

 

Para realizar el diagnóstico de demencia es necesario acudir con un personal de salud especializado para elaborar una historia clínica completa, hacer pruebas para evaluar la memoria y otras funciones cognitivas, solicitar análisis de sangre para descartar otras causas y realizar estudios de imagen como la resonancia magnética para identificar el tipo específico de demencia.

 

El objetivo del tratamiento no es detener la progresión de la enfermedad, sino mejorar la calidad de vida de la persona y su familia en la medida de lo posible, por lo tanto, es indispensable acudir a una valoración médica y tratar los síntomas de agresión, agitación, depresión, ansiedad, alteraciones en el sueño, alucinaciones y delirios, de manera oportuna.

 

Además, un problema importante para las y los cuidadores es asegurarse de que la persona con demencia se mantenga segura. Debido a que muchas personas con demencia no se dan cuenta de que su funcionamiento mental está deteriorado, intentan continuar con sus actividades diarias como de costumbre. Esto puede generar un peligro físico y las o los cuidadores deben ayudar a evitar situaciones que puedan amenazar la seguridad de la persona o de otras personas, por ejemplo: controlar la toma de fármacos, brindar apoyo para realizar las actividades cotidianas como cocinar, bañarse, cambiarse de ropa, salir de casa, caminar y realizar compras.

 

El brindar el cuidado y apoyo a una persona con demencia puede generar síntomas de desgaste emocional y físico, por lo tanto, es útil que las y los cuidadores tengan acceso a grupos de apoyo o que puedan hablar con algún profesional de la salud o de trabajo social sobre cualquier sentimiento de ansiedad, frustración, enojo, soledad o depresión y poder afrontar de manera más funcional la situación que presentan.  ​​